Hora Local/ Soluciones para todo menos para los problemas


Hora Local
Soluciones para todo menos para los problemas

MTM

2007


¡Qué carajos! Echemos flores, suficientes flores y no tengamos miedo de ser complacientes con los halagos que suscita Soluciones para todo menos para los problemas, el doble compacto que contiene el sencillo El rock no te necesita (1989), los once cortes originales del álbum Orden público (1991), dos temas inéditos y 19 nuevas versiones de la hoy extinta (circunstancialmente renovada) agrupación bogotana Hora Local. Celebremos pues la falta de seriedad que a principios de los noventa tuvieron Luis Uriza, Ricardo Jaramillo, Fernando Muñoz, Andrés Rojas, Gonzalo de Sagarmínaga, Eduardo Arias, Pedro Roda, Nicolás Uribe, Carlos Mojica y Karl Troller (esta es la lista completa de la pléyade que circuló en las filas de la banda) para dar origen a un proyecto que si bien duró poco, si sentó las bases del “rock alternativo” en una ciudad que por esos años se encontraba alucinada por la efímera explosión de esa falacia que llamaron “Rock en tu idioma” y el brillo opaco del Concierto de conciertos Bogotá en Armonía, esa cortina de humo musical que se inventaron unos para tapar la siempre absurda realidad nacional. Elogiemos, también, el apoyo de MTM (en cabeza de Humberto Moreno), discreta casa disquera que no mezquinó presupuesto para lanzar esta edición de lujo maquinada quijotescamente por Adelaida Callejas, esposa de Arias. Consecuencia de tantas manos juntas es esta grabación que en su época manifestó un espíritu cáustico, decididamente político, mordaz, visceral y sin pelos en la lengua para decir las cosas de frente, sin la cobardía y la ligereza que hoy aqueja a tantas de las agrupaciones preferidas por un público que tampoco se atreve a mucho. A través de un humor fino, una elaborada poesía de corte urbano y un sonido cercano al new wave y la “movida madrileña de los ochenta” en la primera parte de Soluciones para todo menos para los problemas nos topamos con agudas visiones apocalípticas de un mundo al borde del caos ambiental (“La chica de Chernobyl”, “Londres”), sarcásticas diatribas ante las instituciones y los clichés de la sociedad capitalina (“Patio bonito”, “Ella soñaba”, “El mundo que los hippies construyeron”, “Los tacones de Hollywood”, “El rock no te necesita”), y qué decir del diagnóstico esquizofrénico de un país conmocionado por la violencia representado en “Matanza en el bar”, la muy paranoica “Implicados” y la descarnada “Orden público alterado”. Todo un repertorio que a pesar de haber sido interpretado hace 16 años, en la actualidad suena tan vigente que quizás por eso Tributo, la segunda parte del disco, es un acierto por donde se le mire pues, además de rendir homenaje a Hora Local, el trabajo realizado por los invitados es un inquietante y ecléctico muestrario de la escena roquera local, la movida subterránea, la electrónica y algunos proyectos que apenas comienzan. Aquí están Nawal, Atercipelados, Odio a Botero, Pornomotora, Morfonia, Yuri Gagarin, Telebolitos, Schebereeo y Carlos Vives quienes se despachan certeros cortes que van desde el dub, el rock espontáneo y el punk electrónico hasta la increíble versión de “Londres” en la que Vives demuestra que el tropipop ya no lo necesita. Por otro lado, acústicas y caseras se dejan ver las versiones ofrecidas por Patasola, No Esperen Nada de Nosotros y Las Malas Amistades que contrastan con la experimentación electrónica (en línea vanguardista) de Herr Barón y las Alumnas del Glamour, Fénix Project, De Lux Club, Mapa Teatro, Sismo, Trogloditas y la Orquesta Sinfónica de Chapinero en donde Eduardo Arias y Troller (recordando sus viejos tiempos de “Chapinero Gaitanista y “Transite bajo su propio”) arman un rompecabezas con temas de Hora Local y le adaptan un texto desnudo e implacable que revela esa guasa llamada “proceso de legalización del paramilitarismo en Colombia”. Enhorabuena por este disco. En un país sin memoria donde a la vuelta de veinte años no tendremos muy claro quiénes fueron los culpables, no está demás regalar este documento, que es a su vez una fotografía nítida de una década en la que nos han vendido soluciones para todo menos para el olvido. ¡Violentos, el rock no los necesita!

Publicado originalmente en Rolling Stone #44, Septiembre de 2007

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