John Zorn/ Six Litanies for Heliogabalus


John Zorn

Six Litanies for Heliogabalus
Tzadik
2008

¿Quién es realmente John Zorn? Para algunos es el gran genio de nuestros tiempos. Para otros, por el contrario, más que un artista es un irresponsable y soberbio reciclador que ha sabido aprovechar los nuevos mercados de la independencia para elaborar un discurso musical desbordado. En ese caso, ¿los segundos no le están dando la razón a los primeros? Desde su apellido, ira en alemán, John Zorn es un músico polémico elevado al estatus de mito marginal de una generación que hace rato rompió con la pureza de los géneros. Este es quizás uno de los aportes más relevantes de su carrera pues Zorn no ha renegado de ningún estilo. Desde el free, el pop, la música académica, las bandas sonoras, entre muchas otras piezas del rompecabezas infinito que pueblan su cabeza, el saxofonista ha sabido sintetizar un mundo que aturde con sus sonidos. Es el caso de una de sus más recientes obras, inmersa en una producción tan prolífica que ya sobrepasa a Zappa, uno de sus maestros de cabecera. “Six Litanies for Heliogabalus” es un infernal disco inspirado en los excesos carnales de Heliogábalo, célebre emperador romano que en sus retorcidos festines tenía como práctica (a medio camino entre la brutalidad y la poesía) ahogar a sus comensales en un mar de pétalos de rosa. La placa, que hace gala del mentado sibarita, es la tercera parte de una tetralogía iniciada en 2006 con la pieza “Moonchild” a la que le siguió “Astronome” (2006) y recientemente, cerrando el ciclo (¿?), “The Crucible” (2008). Inspiradas en textos de magia negra, misticismo, demonología y chamanismo provenientes de Aleister Crowley y Antonin Artaud, además de la música de Edgar Varése, estas cuatro piezas son, también, el resultado de los años en los que Zorn (junto Painkiller y Naked City) se involucró radicalmente con las sonoridades del metal. En “Six Litanies for Heliogabalus” encontramos seis perturbadoras plegarias musicales que cargan consigo un siniestro sentido del humor representado en la alucinante y trastornada voz de Mike Patton quien junto a Trevor Dunn (bajo), Joey Baron (batería), Ikue Mori (electrónica), Jaime Saft (teclado), Martha Cluver, Abby Fischer, Kirsten Sollek (voces) y John Zorn (saxo alto) logran una pesadilla que dura alrededor de 40 minutos. Metal progresivo, tonadas medievales, grind core y jazz se dan cita en una experiencia sonora desquiciada. Atención, su vida puede cambiar después de escuchar a Patton llorando, vomitando, escupiendo y riéndose como un pequeño demonio. Un disco apto para oyentes extremos que gustan cruzar la barrera de lo desconocido.